Privalia

viernes, 12 de febrero de 2010

El golf se juega más con la mente que con el cuerpo

Cada sábado que coloco mi pelotita sobre el tee de salida, trato de no ponerme nerviosa, y me digo para mis adentros: "Daniela, hoy vas a hacer un buen juego y una buen tarjeta", pero resulta que a veces las emociones te juegan muy en contra, y pasa que una mala salida, un mal putt, o un pensamiento que aflora en tu mente, de tu vida personal, de tu trabajo, de tus hijos, etc., hacen que tu score se vea aumentado de golpes! Siempre me ha sorprendido la cantidad de golfistas expertos que dicen que el golf es un juego mental. Profesionales de larga experiencia, aficionados de bajo hándicap, todos coinciden en que el golf se juega más dentro del jugador que afuera.
Usted podrá decirme qué tiene de sorprendente. Si todos lo dicen debería ser algo absolutamente habitual. ¿No le parece? Pero pasa que para la buena prensa que tiene, la práctica mental de golf está bastante poco difundida.
Hace un tiempo, mientras estaba en Córdoba, le pregunté a un profesional: ¿Qué importancia tenía la práctica mental del juego? Me respondió: "99% y 1% de putter". Por lo general, los jugadores y profesionales le dedican mucho a la práctica y a la cancha, y poco a la parte mental. Y eso es normal entre los profesionales, según tengo entendido.
Parece mentira que todos se preocupen solamente en tirar pelotas. No digo que no sea importante, pero cuando se pega un tiro malo pareciera que la causa fuese la falta de práctica, cuando es razonable pensar que lo que falla en muchos casos es la parte mental.
Vamos a dar un par de razones fisiológicas de cómo actúa nuestro cerebro sobre el golf. Los golfistas solemos justificar interminables horas de tirar pelotas porque creemos que existe una "memoria muscular". Esa supuesta memoria muscular está registrada en realidad en la mente del jugador. Lo que aprende el movimiento no es el músculo, que es nada más que un montón de fibras, sino una parte del cerebro llamada sistema límbico. Que como actúa, el cuerpo y la mente están integrados y conforman un mismo sistema. Al practicar el swing, le estamos enseñando a nuestra mente cuáles comandos dados a los músculos producen un resultado aceptable o bueno. Por repetición, el movimiento se "automatiza". Para que lo entendamos, el proceso es muy similar al que ocurre cuando aprendemos a manejar un auto: al principio necesitamos toda nuestra atención para dominar el vehículo, pero con el tiempo conseguimos manejar mientras conversamos y escuchamos el noticiero por la radio. Es como el chiste que dice: podemos cruzar la calle y masticar chicle, Sí, podemos jugar al golf y masticar chicle. Siiiiiiiiiii.
La práctica mental tiene mala prensa no porque sea inútil o peor que tirar pelotas, sino porque se la desconoce, y se la desvaloriza como a todo lo desconocido. Algunos de los profesionales más renombrados están empezando a ponerle más atención, sobre todo teniendo en cuenta que su carencia es la única explicación razonable para algunos fracasos estrepitosos.
En dondejugaralgolf recomendamos hacer prácticas de concentración y relajación, del tipo del yoga o otras técnicas, para mejorar nuestro rendimiento en los campos.

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